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Mostrando las entradas de marzo, 2018

Carne con moscas / Pat Luciano

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Estábamos con los pibes deliberando cómo hacíamos para debutar.Todos me señalaban como el intermediario entre mi viejo y la puta encargada de iluminarnos la vida. -Hablá con él, Ignacio, me decía López, el más insistente por necesidad y entusiasmo. Sí, cómo si me fuera fácil. Recuerdo la primera vez que fui al negocio de papá. Tendría unos siete años, apenas entré mis ojos se quedaron clavados en las medias reses en los ganchos. El lugar tenía azulejos color blanco y colgado una foto de un tipo con pelo engominado y sonrisa amplia.  Papá  me llevó a la parte de atrás donde había una cortina de tiritas de plástico,mientras yo me pegaba con las manos tratando de sacarme de encima a esas zumbonas.Allí había otro hombre, con más carne para cortar y dale que dale con el cuchillo. Tuve que salir corriendo a la calle para vomitar. A partir de allí mi padre me llamó “flojo”. Hacía un calor de cagarse y bajo el sauce del parque nos refugiábamos  López, el Tano, Juan y yo. Ellos preguntaba

Emma Monsalvo / Las payanas

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    Durante los veranos en el campo, el juego preferido era las payanas. Por las mañanas andábamos un rato a caballo o íbamos en el sulky con papá al almacén. Él hacía las compras, retiraba la correspondencia y luego tomaba un vermut con algunos de los parroquianos en el despacho de bebidas. A nosotras nos compraba un paquete de caramelos redondos y oscuros que devorábamos antes del  regreso  a “las casas”. ¡Cómo me gustaba sentir el aire tibio en la cara, el leve bamboleo del carruaje, el olor a cuero de los arneses! Pero lo más excitante sucedía a la hora de la siesta. Sentadas en el umbral de la cocina o sobre el piso embaldosado de la galería, Irma, Rosina y yo jugábamos interminables partidas de payanas. Una, dos, tres horas. Los demás dormían. Mamá se levantaba y nos llamaba para tomar la leche. Nosotras demorábamos en acudir. Cuando lo hacíamos, una gruesa capa de nata sobrenadaba en las tazas. ¡Qué asco! Yo la colaba y la bebía de un tirón. Estaba fría. No importaba: era el